Foro de Iniciativa Atea

En mi nueva novela titulada provisionalmente "Los amigos Templarios de Da Vinci" tengo un problema. Las musas, habituales ausentes de mi mesa, como diría Serrat, se han largado de vacaciones. En resumen, el tema es así: Ataúlfo, un Templario venido a menos debido a un cheque sin fondos librado por Herbert, está sumido en un pozo de honda melancolía. Lo acaban de echar de los Caballeros Teutónicos debido a que es más oscuro que una aceituna (aceituna negra u olea europaea, no aceituna verde, en cuyo caso sería extraterrestre). Él había logrado permanecer en la Orden a base de no quitarse el yelmo, los guantes, la cota de malla y la sobrevesta, a consecuencia de lo cual sufre tortícolis crónica, escoliosis dorsal y una incipiente espondiloartrosis en las vértebras L3 y L4, a pesar de lo cual es descubierto por Lady Blumenthal en una noche de pasión y desenfreno al grito de "¡esto parece una morcilla, no un bratwurst!". Secretamente, él es homosexual, y está enamorado del apuesto Sir Wellington Papalardi... que es primo segundo por parte de madre del gran Leonardo Da Vinci. Leo (para los amigos), quiere conquistar los favores (es una forma de decir que quiere fornicar como un poseso) de la Signora Della Bonaventura, dama rica y bella, aunque de carácter difícil (se dice que su último pretendiente terminó como eunuco en el coro de la Abadía de Melk, donde fué amigo de un tal Adso). Decidido a impresionarla, Leo inventa toda clase de aeroplanos, submarinos, helicópteros, misiles balísticos de ojiva nuclear múltiple, velocípedos, etc, etc. Ella, tan interesada en la ciencia como en rajarse la garganta, no le hace ni caso. Leo, desesperado, recurre a Papalardi, el cual confía el terrible secreto a don Ataúlfo. Ata (para los enemigos), con el afán de pasarse por la piedra a Wellington*, decide ayudarlo. Al final sale bien, aunque Leo se cansa pronto de la Signora, entregada todo el día al noble arte de la calceta y toda la noche al de disfrutar de los mozos de la caballeriza. En medio, se descubre que Leo es Gran Maestre de la Logia de Occidente de los Templarios de Jerusalén y Aledaños y del Priorato de Santa María de Los Pies Descalzos de la Anunciación de Jesucristo, que como todo el mundo sabe gobierna el mundo en la sombra**. Ahora bien, mi duda es la siguiente: ¿debo consumar la historia de amor de Ataúlfo y Wellington, o es demasiado políticamente incorrecto?. Estoy perplejo.

*:Wellington no tenía diminutivo "para los amigos" porque no tenía amigos.
**: Los detalles de estas misteriosas organizaciones los daré en un apéndice que se venderá cuando el incomprensible libro sea un best seller.

¡Pero si ya está prácticamente terminada!

Te ha quedado perfecta. Un para de comas, una frase al final, y a impresión.

Ed Wood

DrSagan escribió:Ahora bien, mi duda es la siguiente: ¿debo consumar la historia de amor de Ataúlfo y Wellington, o es demasiado políticamente incorrecto?. Estoy perplejo.

¿Perplejo por qué hombre? Pero si tal consumación sería de lo más corriente y anodino hoy en día. Si quieres ponerle más morbo pon a consumar a los antedichos más Leonardo da Vinci y la Signora Della Bonaventura sobre un cadalso grande ad hoc (me gusta esta expresión) mientras son observados por los caballeros templarios y los descalzos esos...

¡Ala, sin miedo!

El amor siempre debe ser consumado; aunque al pasar del tiempo se vuelva consumido. La pareja vive con su miedo y su bebe con su miado.

Que consumen, hombre, que consumen.

Además, es inevitable, los templarios vivían sin mujeres y compartian el caballo. En esas condiciones, tras 20 minutos al galope, no hay quien se resista.

Por su parte, Leo podría se podría haber enrollado con la Signora inventando un magnífico consolador vibrador a cuerda que, si no estoy confundido, datan de esa época más o menos.

Hacelos sufrir un poco, llenando la historia de su amor de desencuentros e intervenciones de terceros (por ejemplo, familiares incomprensivos, amantes despechados, etcétera) y, cuando considerés que ha pasado mucho tiempo (al concluir la novela), ¡qué consumen hasta por las orejas! Va a quedar como la cerecita encima del helado.

Ah, si poco después de la consumación uno de los dos muere, mejor. Las novelas con final trágico se consideran arte, mientras que las novelas "happy end" son vistas como literatura barata para blandengues... ¡Suerte!