Esta es una cuestión muy controvertida y difícil para la que no hay una solución clara, o al menos, después de años dándole vueltas, no he conseguido aclararme ni yo.
Se trata de un símbolo religioso, que me gustaría dejar de ver sobre todo en las escuelas. Pero que el colegio expulse a la niña me parece una agresión, puesto que sería, de hecho, un acto de discriminación. La niña no impone a nadie su chador (que es el que lleva).
Ahora bien, ¿Qué ocurriría si en su lugar llevase un niqab (un velo tapando toda la cabeza excepto los ojos, que va acompañado de un vestido largo y negro que oculta el resto del cuerpo) o el conocido burka, que lo tapa todo?
En Bélgica y en Francia están prohibidos. En Turkía, el niqab está prohibido en dependencias del estado.
La defensa hecha en este caso contiene una frase que me ha llamado la atención y que me parece que esconde el problema real:
"Hablamos con el colegio y les explicamos que no es una cuesion de moda, ni de piercing, sino que son valores religiosos trascendentales."
Esta niña está en medio de un conflicto entre la irracionalidad de la religión de sus padres y la racionalidad de una sociedad que no sabe manejarlo, porque no terminamos, nosotros mismos, de desterrar tabúes religiosos. Si estuviera en su sitio, y sus símbolos a la altura de la moda y del
piercing, ningún padre permitiría que sus hijos se negasen a adaptarse a la sociedad que les ve crecer y de la que formarán parte mañana, por causa de la religión. Ya se cuidarían de no verse obligados a manifestar públicamente sus delirios particulares.
El problema es que se pueda considerar que una prenda limitadora, machista y discriminadora en sí misma, es un valor trascendental. Y como las religiones suelen ser de por sí clasistas, machistas y discriminatorias, imaginemos cualquier prenda (o costumbre, como por ejemplo podría ser no lavarse) enarbolada por una religión, y aceptémosla puesto que se trata de valores religiosos trascendentales.
La negación a autorizar una transfusión a un hijo en peligro de muerte es, sin duda también, un valor religioso trascendental.
